Francisco Magaña
Pintor y poeta, vive en Comalcalco, Tabasco, desde niño convivió con los dos ímpetus, hasta que decidió unirlos en lienzos y libros. Sus obras tienen la partitura de su existencia y de la música, puede dedicar series completas a un poema o una sonata, su conversación fluye en versos sueltos.
“ENFRENTARSE A UN LIENZO EQUIVALE A ABRIR LOS OJOS”
Escribió una crónica poética sobre la gestación de esta pintura, un diario de emociones y colores.
PREGUNTAR A LA PINTURA
¿Qué se le pregunta al hecho de estar vivo? Creo que de ahí surge, de una necesidad, el hecho de enfrentarse a un lienzo, a un papel, equivale a abrir los ojos, ¿qué encuentro en el día?, también puedo pasar con los ojos cerrados el día y no preguntarme más y no escarbar, no buscar más qué hay adentro.
SIN CERTEZAS
Estoy tratando de llegar a aquello que en algún momento intuí, no sé si en el sueño o en algún estado que no tiene que ver con la razón, entonces cuando uno empieza con una mancha, pongo el caso de esta pieza, o de otras muchas piezas, tienes muy poca certeza de qué venga, de cómo se va a desarrollar, sé hacia dónde voy porque hay un momento en que ya no puedo dar una pincelada más, en que ya no admito nada más, porque ésa es mi visión, es lo que vislumbré en algún momento.
POESÍA Y PINTURA
Una palabra me lleva a otra, no es tanto el sentimiento, aquello que haya pasado, en algún momento de tristeza, de euforia, en fin, eso creo que se va acumulando, y de pronto hay una palabra, hay una imagen, hay algo que desata todo esto y uno se vuelve en un mero escriba, en un mero trasmisor. Lo que está guardado, que vas alimentando con música, libros, aparte de lo que uno vive, se conjunta en un detonante que puede ser una palabra, una imagen, un color y propicia que se desarrolle todo.
AMOR, POESÍA Y PINTURA
Es un tema de los más difíciles, porque uno platica su pena de amor, su gozo de amor y palidece, porque el interlocutor te sale con una historia mejor. Es un tema muy difícil por lo común, por lo ordinario, en todo está el amor. En los talleres de poesía son los temas que se evitan de entrada, porque se puede caer en la cursilería, en lo trillado, en las canciones populares, no se tienen los elementos, no se tiene la lectura para ir depurando a la hora de escribir. Al principio se puede escribir sobre lo ordinario, saber que podemos hablar sobre un vaso con agua, como lo hizo Francis Ponge, saber que podemos escribir sobre algo. No es cursi un poema de Sabines, como lo es una canción que escuchamos en el camión, entonces hay que quitar esa paja para llegar a la esencia de la palabra y poder decir, como Sabines, “Escribiste en la tabla de mi corazón: desea, y anduve días y días loco y aromado y triste”, en esos 3 calificativos está la poesía, está el estado ese de enamoramiento, que decía Ortega y Gasset, “ese estado imbécil en que la persona ve en la otra los atributos y características que no tiene”, y por eso estamos aquí, por eso se da el amor.
DECIR AMOR
Desde el comienzo esta pintura me habló de amor, inicié la primera intervención y mi primer contacto con el lienzo fue el color rojo, a partir de ahí empieza a surgir otro, empiezo a acompañarlo de un ocre. Hay una pasión, hay un amor que es el de las letras, llegó un momento en que se tenía que integrar y tenían que convivir uno quitando al otro. Escribí en el lienzo algunos versos del maestro Bonifaz Nuño, de Octavio Paz, de Pellicer, “nadie te dijo amor que yo existía”, en fin. Los poetas pueden convivir, ésa es la maravilla, en el lienzo o en la escritura.
Amor destructor
Acrílico, encausto y óleo sobre tela
122.6 x 172 x 5 cm
2017
Sin título (periódico intervenido)
Acrílico y carbón sobre papel (Diario Extra)
57.5 x 44.5 x 3 cm
2017