Javier Avilés
Se educó trabajando en los talleres de pintores como Luis Nishizawa. Se considera un autodidacta que ha recibido una guía. Nació en la Ciudad de México en 1973. Cambia de temas y formatos para evolucionar su pintura, sin embargo la urbe y su gente se mantienen presentes. Como parte de su trabajo profesional imparte cursos en su taller en una antigua casona de Azcapotzalco.
“LA PINTURA ES UNA OBSESIÓN QUE NUNCA VOY A DEJAR”
No pinta autorretrato, no le gusta, dice que si quieren saber quién es que vean su obra, ahí está su verdadera historia.
EN BUSCA DE UN ESTILO
La búsqueda es cuando estás trabajando y estás pintando de todo. Creo que soy figurativo, no soy hiperrealista, no me interesa el hiperrealismo. Me gusta mucho la figura humana y comencé haciendo figura humana. Poco a poco, con el tiempo vas encontrando tus diálogos, tus formas de hacer las cosas. Después de varios años de trabajo ya empiezas a hacer ciertos temas que te llaman la atención.
PAISAJE URBANO
Soy de la ciudad y soy una persona que diario está en la calle, me llama mucho la atención la urbe. Creo que como pintor tengo que ser congruente con mi entorno y mi época. Entonces empecé a pintar el paisaje urbano. Constantemente está cambiando, me doy cuenta en mis archivos de fotos, en uno o dos años ya quitaron el edificio, no sé, ya cambió todo. Mi paisaje no es exacto, creo que finalmente es mi mundo. Es la forma en la que yo veo. Uso como pretexto una imagen, una fotografía y la transformo. Lo hago mío, es como la poesía, la música, uso una metáfora y hago lo que quiero.
REALIDAD PICTÓRICA
No me interesa meterme en el hiperrealismo y pintar como una fotografía, creo que no es necesario copiar. Uno tiene que meterle un poco de lo que uno quiere, la forma. Me gusta la plasticidad de los materiales. De hecho de eso se trata la pintura, de las pinceladas, de que sean plastas. Me encanta como pintaba Joaquín Sorolla que no necesariamente tiene que estar completamente sobado. Su trabajo tiene pinceladas y se pueden notar. Yo utilizo esa técnica de la yuxtaposición que hace el efecto óptico del esfumado y eso me encanta.
ABORDAR EL LIENZO
Como me impone mucho cuando está en blanco, casi no hago bocetos y ataco de una vez la tela. El primer problema es decidir cómo lo voy a hacer, en qué tonos, qué paleta de colores voy a utilizar. Una vez que ya empiezo eso, continúo haciendo mis trazos. Cuando trabajo el mismo cuadro me pide que haga otra cosa. Son pocas las veces que tengo algo completamente definido. Hay que escuchar al cuadro. Es un diálogo confrontándose ahí mismo.
DEJAR EL LIENZO
Es una obsesión. Hay veces que el cuadro no se deja, hay veces que no se puede, entonces lo dejo un rato, me distraigo, salgo a caminar, a ver lo que sea, a leer lo que sea y después vuelvo a atacar. Finalmente es una obsesión que nunca voy a dejar. Hay cuadros que he odiado, creo que ningún pintor puede amar toda su obra. Creo que todos hacen buena y mala obra, es el proceso de crecimiento. En mi primera etapa hay cuadros que no me encantan.
EVOLUCIONAR EN LA PINTURA
Siempre aprendo del último cuadro que hice. Ese último siempre me deja algo y, cada obra que tengo que hacer, tengo que superarla. Constantemente voy cambiando, hay veces que puedo pintar un estilo, un tema y hay veces que tengo que pintar otro tema. No soy de los pintores que pintan toda la vida un tema. No creo que podamos pensar todos lo mismo desde hace cinco, diez años, con el tiempo vas cambiando tu forma de pensar y de esa manera vas creando nuevas cosas. No creo que los pintores tengan que hacer lo mismo toda la vida, es ahí cuando un pintor se queda atrás. No son buenas las autocomplacencias, ni tampoco copiarse a uno mismo. Hay que estar creciendo todo el tiempo.
EL CADÁVER DE LA POESÍA Y EL CADÁVER DE LA CUIDAD
El poema “Ante un cadáver” de Manuel Acuña habla sobre un individuo cuando muere pero, con esa libertad, yo tomé esa metáfora para incluirla en mi estilo y mis diálogos. Lo que quise demostrar es que veo a la cuidad como un ente, un ser viviente que también es un cuerpo que está muriendo. Incluí una iglesia porque sus leyes de hace dos mil años creo que ya no deberían existir, son un cadáver, y también está la industria que está matando al ser humano. Los automóviles hablan del ser humano sin necesidad de meterlo, entonces ése es el ser humano en sus ciudades abandonadas, somos cada vez más individualistas, no nos preocupa el problema del otro, estamos abandonando nuestra historia.
Existencia
Óleo sobre tela
240 x 180 cm
2014
ANTE UN CADÁVER (FRAGMENTO)
Aquí donde la ciencia se adelanta
a leer la solución de ese problema
cuyo solo enunciado nos espanta:
ella, que tiene la razón por lema,
y que en tus labios escuchar ansía
la augusta voz de la verdad suprema.
Aquí estás ya… tras de la lucha impía
en que romper al cabo conseguiste
la cárcel que al dolor te retenía.
La luz de tus pupilas ya no existe,
tu máquina vital descansa inerte
y a cumplir con su objeto se resiste.
¡Miseria y nada más! dirán al verte
los que creen que el imperio de la vida
acaba donde empieza el de la muerte.
Y suponiendo tu misión cumplida,
se acercarán a ti, y en su mirada
te mandarán la eterna despedida.
MANUEL ACUÑA
Sin título (Periódico intervenido)
Óleo sobre papel (Diario Extra)
57.5 x 44.5 x 3 cm
2014