Rodrigo Cruz

Ilusionista, inventa una realidad  que se hace verosímil en la obsesión técnica. Evoluciona su propia obra a una síntesis más sensorial y táctil, con evocaciones que acerquen sutilmente al tema. La pintura y la música son sus fugas y sus búsquedas.

“La pintura es un umbral a otra percepción de la realidad”.

Esta pintura surgió en la mitificación de la nostalgia, la inspiración y la disposición de contemplar.

REVELACIÓN

Las revelaciones, decía William Blake, ocurren cuando más diáfano se hace el órgano del placer. Es ese órgano de la no-prisa, del saber, y la contemplación se descubre, solo se obtiene con la disposición. Es una paradoja, porque es el tiempo y es el no-tiempo para percibir, porque ya sea el arte o el vino, lo que requieren es catarse, es dedicarles el no-tiempo, es olvidarse de ese juicio del “ya me tengo que”, “ya va parecer que”, “esto se identifica con tal cosa”, es olvidarse de los parámetros racionales, para que fluyan las cosas de una manera más nítida.

RECREAR LA FICCIÓN

Empecé a concebir esta obra, y como soy amante de la música, el punto de partida fue una pieza de Debussy. Si esta obra fuera un vino, sería un vino de viejo mundo, muy español aunque, Debussy era francés, es muy español porque tiene influencia de Picasso y de Subirachs. El tema expresivo central de la obra es “La puerta del Vino”, que es una de las más bellas que existen en el Palacio de la Alambra en Granada, en España, con todos sus motivos moriscos, el arte nazarí es bellísimo, es el arco que se ve en estos relieves del cuadro.

IMAGINACIÓN Y NOSTALGIA

Decidí adquirir la misma experiencia de Debussy, porque le pasó un poco como a Agustín Lara, que sin haber ido a España compuso “Granada”, y es una de las piezas más emblemáticas para los españoles. Debussy sin haber ido a España, compuso un preludio, que es “La puerta del Vino”. Es una historia muy bonita, porque es gracias a una postal que Manuel de Falla le regaló a Debussy en una Navidad. Fue motivo suficiente para que él compusiera ese preludio, y después, Manuel de Falla le dijo: “Este preludio es más español que mucha música española”. Él tenía la capacidad de hacer atmósferas sin recurrir a un solo compás del folclore español, entonces, a eso le llamo “la verdad sin la autenticidad”. Es la no-obviedad aunque de una manera muy contundente estén los elementos que deben estar.

LA OTRA REALIDAD

En estas imaginaciones, no es una puerta física, en esta pintura es un umbral a otra percepción de la realidad. No a otra realidad, sino, a otra percepción de la realidad. Es lo que hacía Picasso por eso lo cito aquí, es esa manera de ir a ese mundo ideal de las cosas, como decía Platón, a través de elementos mínimos de significación, o sintagmas, donde pueden evocar una botella con los rasgos más sutiles, más prestos a lo diáfano del órgano de la percepción, que es para quien está dispuesto a la contemplación.

INSPIRACIÓN

Me inspiró Subirachs, en la “Puerta de la Coronación”, que está en la Sagrada Familia, en Barcelona. Están los elementos en relieves, que parecen inconexos, fantasiosos, como si estuvieran en un influjo del vino, muy en total armonía. Se mezcló una cosa y la otra, y la obra es multisensorial, es topología, y a la vez la línea y el relieve que son contundentes, con otros muy sutiles, el contraste del color, es esa jugarreta tan compleja que puede dar el vino, para los que tienen el no-tiempo de la contemplación.

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