Talía Yáñez
Su timidez y fragilidad contrastan con la fuerza de su pintura. Nació en la Ciudad de México en 1980. Además de la pintura de caballete ha trabaja en grabado, murales, y en la dirección de arte proyectos cinematográficos nacionales y extranjeros. Perfeccionar su técnica pictórica es ahora una misión para abordar otros temas en su obra.
“CON EL AUTORRETRATO ME APROXIMÉ A LA PINTURA DE OTRA FORMA”
Su pintura realista y sin idealismos refleja el mundo terrible y simple que estudia Ernest Becker, esa naturaleza que se niega a aceptar que nacer y morir es nuestro destino.
ACCIDENTE Y DESTINO
Es poco común o hasta cómico porque no sabía qué estudiar. Cuando salí de la prepa fue todo un conflicto existencial porque no tenía idea para dónde irme; supe de la carrera ya en las últimas, me refiero a cuando ya estaba terminando la preparatoria. En realidad no tenía idea de que existía la ENAP y una carrera de artes visuales, y me llamó la atención, fui a conocer la escuela, y decidí probarlo, pero fue casi una decisión al azar porque eran muchos mis intereses. Así fue como inicie en la ENAP.
CONCEPTUALIZAR LA OBRA Y APRENDER A PINTAR
Al principio era para mí mucha presión el método que tenía que seguir, que tenía que ver con conceptualizar una idea, armar proyectos todo el tiempo de temas diversos que partieran de uno mismo. Conceptualizar, hacer una justificación teórica de algo que al final iba a acabar plasmándose en un cuadro, o en un grabado, fue limitante. En realidad no considero que en la ENAP haya aprendido a pintar, hasta los últimos dos semestres encontré un acercamiento a la pintura, como considero que me hubiera funcionado. En la ENAP no hay talleres que te enseñen la técnica de la pintura e incluso me hubiera gustado más estudiar restauración porque me interesa mucho aprender sobre la técnica y las herramientas.
AUTORRETRATO COMO APRENDIZAJE
Mi primer acercamiento serio a la pintura fue en los últimos semestres de la carrera con un maestro que respete mucho, curiosamente él tenía formación filosófica y daba más clases teóricas pero tuvo este taller de pintura. La forma en la que él nos enseñaba era la yuxtaposición de manchas, y lo hacía a través de ejercicios que eran autorretratos. Teníamos que entregar un autorretrato cada semana. Se me complicaba mucho porque odio retratarme. Así fue como empecé a entender la pintura de otra forma porque incluso antes de eso, cuando estaba en los talleres de pintura, pues no pintaba, más bien coloreaba dibujos, lo que hacía no era pintura, era colorear dibujos. Con la experiencia del autorretrato me aproximé a la pintura de otra forma. Me sentí muy cómoda con el retrato, y desde entonces ya no lo he dejado, el retrato es mi mayor interés, los tonos infinitos que te puede dar la piel, la carne.
INFLUENCIAS
Me gusta muchísimo la pintura barroca, en especial los autorretratos de Rembrandt, Velázquez, José de Ribera y también hay mucha pintura, por ejemplo, del siglo XIX, el español, Mariano Fortuny, me encanta su obra y creo que también de él aprendí mucho, a pesar de que él trabajaba con una técnica difícil.
MUERTE SIN FIN DE GOROSTIZA Y LA PINTURA DE TALÍA YÁÑEZ
Fue muy complicado trabajar basándome en una obra poética, además de esas dimensiones no ha sido fácil y sí me gustaría aclarar que lo hice con toda la responsabilidad que tuve y todo el respeto. Y me parece en cierta forma un poco de soberbia decir: “ah, pues esto es mi interpretación”. El poema es una obra muy compleja y lo relacioné con los trabajos del antropólogo cultural Ernest Becker y sus posturas. Éste es un poema filosófico y te enfrenta, hasta donde yo puedo entender, con el tema de la muerte y con ese contraste muy difícil que existe entre el ser humano, de ser un pedazo de carne que se va acabar pudriendo, y tener conciencia. Nuestra presencia vulnerable. Se me complicó mucho elegir la imagen, porque no quería caer en la ilustración. El modelo que elegí es alguien que está relacionado con las teorías de Ernest Becker y he tenido un acercamiento a este trabajo por él, y me imagino que también él para mí tiene esa relación y se me hizo una buena idea incluirlo en el trabajo. Además estaba buscando una piel blanca por la luz, porque decidí cambiar de paleta. Eso tiene que ver con una parte del poema que habla de “ese azul tiene que ser azul” refiriéndose a la idea de Dios y cómo la concibe el ser humano, así pensé en el tipo de piel que me gustaría que recibiera y que proyectara esa luz.
Azul menguante
Óleo sobre tela
120 x 180 cm
2014
MUERTE SIN FIN (FRAGMENTO)
¡Sí, es azul! ¡Tiene que ser azul!
Un coagulado azul de lontananza,
un circundante amor de la criatura,
en donde el ojo de agua de su cuerpo
que mana en lentas ondas de estatura
entre fiebres y llagas;
en donde el río hostil de su conciencia
¡agua fofa, mordiente, que se tira,
ay, incapaz de cohesión al suelo!
en donde el brusco andar de la criatura
amortigua su enojo,
se redondea
como una cifra generosa,
se pone en pie, veraz, como una estatua.
JOSÉ GOROSTIZA
Sin título (Periódico intervenido)
Óleo sobre papel (Diario Extra)
57.5 x 44.5 x 3 cm
2014